Quiéreme como soy

ancianos

Descubrir los fallos e imperfecciones de quienes queremos nos defrauda mucho: resulta que, al final, no son como los desearíamos. Sin embargo, lo bueno de eso es que liberamos a las personas de nuestras ensoñaciones sobre ellas. Lo notamos, porque nos ponen en el bendito aprieto de elegir entre quererlas como son o seguir amando un ideal de ellas, es decir, ¡lo que no son y nunca podrán ser…! La amistad suele optar por lo primero; nuestro individualismo solitario, por lo segundo.

¡Un recuerdo en este febrero!

Francisco José Ruiz Pérez, sj