Un espacio de encuentro para el diálogo entre la Fe, la Cultura y la Justicia

Con la conferencia “Una alternativa: las comunidades de solidaridad” se cerró el pasado 11 de abril el ciclo “Tender puentes… hechos y propuestas”.

Después de recorrer el trabajo que hace la Iglesia en el mundo de la mujer excluida, con los migrantes que se debaten la vida entre alambradas y zanjas, con las personas que viven el seguimiento de Jesús desde la diversidad sexual, con los empobrecidos que quieren rehacer su dignidad y de adentrarnos en el mensaje liberador de Jesús como eje de la propuesta del trabajo de las personas y organizaciones de Iglesia, era el turno de hacer una propuesta, posible y plausible para, entre todas y todos, tender puentes en la realidad de las fronteras y las periferias existenciales.

Esta propuesta fue presentada por el jesuita bilbaíno Patxi Álvarez de los Mozos, doctor en sociología y, hasta hace menos de un año, Secretario para la Justicia Social y la Ecología de la Compañía de Jesús con sede en Roma.

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Uno de los efectos de una sociedad fracturada por la exclusión social es la creación de fronteras que dejan a cientos de personas al margen de todo aquello que es necesario para vivir con dignidad. Los seguidores de Jesús creemos que la formación de «Comunidades de Solidaridad» puede ser una alternativa plausible y posible para tender puentes que incluyan a muchos de los que ahora están en la otra orilla.

Esta tarde, a las 19.30 en el Centro Loyola, tendremos ocasión de escuchar a Patxi Álvarez de los Mozos, sj., sobre este interesante tema.

Patxi Álvarez, quien fuera hasta el verano pasado el Secretario para la Justicia Social y la Ecología de la Compañía de Jesús, ha tenido la ocasión de conocer la presencia de la Compañía en los cinco continentes y los esfuerzos que se hacen para formar «Comunidades de Solidaridad».

ECOS DE LA PALABRA

Reflexiones sobre el Evangelio de Juan 20, 19-31 (2º Domingo de Pascua del Ciclo B – 8 de abril de 2018)

Insiste… no te rindas

Insisten. Vuelven a insistir. Cada mañana. Cada tarde. Cada noche. Redondeando las piedras. Son las olas. Su baile marino delata el secreto de nuestras vidas: lo más importante es intentarlo, volverlo a intentar. Cada mañana. Cada tarde. Cada noche. Redondeando nuestras piedras. Hasta que un día, casi sin saberlo, descubrimos que las olas acaban en la playa, dejando su firma en la arena brillante y tersa. ¡Y todo gracias a que insistieron y volvieron a insistir!

Francisco José Ruiz Pérez, sj