Amigos incondicionales
Nunca lamentaré bastante haber deseado tanto ser autosuficiente. Lloro aún cada oportunidad en que no busqué el perdón y la ayuda de los demás. Sólo consuela saber que los buenos amigos son siempre puntuales. Aparecen cuando pierdes el miedo a tus limitaciones y no se las escondes. Te muestran entonces las suyas, arrepentidos también de no habernos encontrado antes para decirnos cuánto necesitaban de perdón y ayuda, los nuestros.
Francisco José Ruiz Pérez, sj
20 noviembre, 2018 at 7:00 am
Siempre me he preguntado: ¿de qué sirve perdonar a alguien que sabes va a volver a hacerte daño? ¿No es caer en la infantil ingenuidad y creer puede haber un cambio de actitud, en esa persona que te ha hecho daño?.
Cuántas veces hemos pasado por alto, sin rencor alguno, el daño y ofensa recibida, sin que haya habido un honesto cambio de actitud en la otra parte.
Quien es perdonado, ha de estar dispuesto a emprender el camino de la CONVERSIÓN, es la condición, sin la cual, no se puede llegar a una honesta Reconciliación. El Perdón pide también, resarcir en la medida de lo posible, el daño causado.
Perdonar siempre, aunque duelan las heridas que te han causado y te respondas a tí misma: no lo merece ni es persona digna de mi perdón.
Cuando alguien nos hiere o somos nosotros quienes hacemos daño, la actitud digna de un buen cristiano, ha de ser perdonar y pedir perdón, sin sacar los «colores» a nadie, ni tomarse la revancha «pasando factura».
Los amigos-as de Verdad, están a tu lado en las buenas y malas. No te traicionan ni te venden. Hay que tener sumo cuidado y acordarse de las palabras de Jesús: «ser astut@s como serpientes y sencillos como palomas». Pienso que no debemos caer en el dicho: «tan bueno es que parece tonto». Y es que la perversa y calculada maldad, se aprovecha muchas veces de la bondad ajena, buscando su propio beneficio.
Jesús decía: «hasta setenta veces siete». Es decir, siempre.
El P. Francisco nos ha repetido: «no deis a nadie por perdido».
Es bien sabido que, Dios quiere «a los arrepentidos», y los ama con Amor de Padre. Más esta Verdad, no depende de nuestra disposición generosa al perdón, sino de la actitud del victimario.
Perdonar con la mirada abierta y el corazón dispuesto, sin caer en creer que «todo el mundo es bueno».
Miren Josune
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