Claves para evitar juzgar
Haz la prueba. Primero, piensa en las personas que no te caen nada bien. Segundo, infórmate de los disgustos imprevistos que les ha tocado vivir. Tercero, júzgalas. Te costará hacerlo. Es así: somos, en parte, lo que queremos ser, pero, mucho más, lo que, de hecho, podemos ser con cuanto la vida nos trae sin habérselo pedido antes.
Francisco José Ruiz Pérez, sj
18 enero, 2019 at 3:52 am
Ante actitudes deplorables, que abren heridas y causan daño, el silencio y omisión, puede ser un grave pecado de indiferencia.
Cuando los juicios se salen del cauce, de la discreta y prudente corrección fraterna, se cae en la crítica, la insidia y difamación, la que llena la vida del prójimo, de oprobio e indignidad.
Con cuanta verdad y razón, el Papa Francisco, nos ha llamado a tomar conciencia, del pecado grave que es, poner la vida del otro en entredicho. Ha insistido en numerosas ocasiones, dejar la murmuración y los chismes, ese “lavar la colada” todos los días, con la vida del otro.
Si queremos que las relaciones humanas, estén libres de “mala hierba”, de la envidia y rivalidad, de “cizaña” haciendo el camino intransitable, es urgente pensar, cómo actuaba Jesús. Sin duda, hallaremos respuestas claras y transparentes, llenas de Amor y Misericordia.
Qué tarea más encomiable, han de llevar a cabo los confesores y acompañantes espirituales, a la hora de impartir un honesto y buen discernimiento, sobre las actitudes y comportamientos, tantas veces nada evangélicos.
En este sentido, yo retomaría en muchos grupos, la Catequesis de adultos, y desde la clara Luz del Evangelio, revisar actitudes y modos de obrar.
Hacen falta virtudes esenciales: humildad y honestidad. Así es, como se puede rectificar y ver de frente el pecado, tener valor para pedir perdón y el propósito de reconciliación.
Miren Josune.
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