Obra de la Compañía de Jesús en España para propiciar el diálogo Fe-Cultura-Justicia.
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Al comienzo del tiempo que dura la Cuaresma, nos adentramos por un escenario árido y a la vez inhóspito: el desierto de Judea. Cercana está la ciudad de Jericó y el monte de la Tentación. Un monasterio ortodoxo construído sobre la roca del monte, conserva el lugar donde Jesús fue tentado, por el Espíritu del mal.
Una vez situados-as, en el paisaje de los hechos, la pregunta que me hago y estimo imprescindible es: ¿Dónde está mi propio “desierto” interior, aquél por dónde debo esquivar mis tentaciones?. Seducciones que van “cosidas” a la propia vida, “tiran” de ella e impiden, soltar el lastre del pecado, para poder AMAR BIEN Y SER LIBRES.
Jesús, no debía ser excepción. Aunque estuviera exento de pecado y culpa, -él era el Justo, predilecto del Padre-, tuvo que hacer frente, como todo ser humano, a las tentaciones, aquéllas que el maligno le ofrecía: “si eres hijo de Dios, manda a estas piedras, que se conviertan en pan”.
Piedras que golpean la dignidad y convierten en ultraje el pan ganado, cada vez que un ser humano, es así, humillado y forzado a “ponerse de rodillas”, adorar el “becerro de oro” de los poderosos.
“Todo esto que ves te daré, si ante mí te postras y me adoras” Jesús, responde con firmeza y Sabiduría: está escrito: Al Señor tu Dios, adorarás, y tan sólo a él darás culto. El culto al Espíritu del Amor y la Misericordia del Padre, que hemos de hacer viable en la vida del otro.
“Tírate del alero del tejado, porque está escrito: “los ángeles del Señor, cuidarán de Tí”.Jesús respondió: “No tentarás al Señor, tu Dios”.
Tentar a Dios, es no respetar los límites de la Naturaleza humana y la Creación, siendo temerarios y no confiando en su Providencia. Es también la soberbia, que conduce a pensar que, el Amor de Dios, “sobra” en nuestra vida y en consecuencia, tampoco tenemos necesidad de los otros-as.
La fidelidad a la voluntad del Padre, mantuvo a Jesús en su integridad, fiel hasta el final, cumpliendo la Promesa de Salvación, de su proyecto de AMOR para toda la Humanidad.
La tentación es humana. Ante los reclamos del mundo, que tantas veces se cruzarán en el camino del ser humano, no es digno aceptar el soborno ni presión alguna. A pesar de la adversidad y las hostilidades, la vida no es “negociable”. Hemos de mantener firme, la confianza en Jesús, haciendo posible, el camino de la ascesis que lleva a la CONVERSIÓN.
Como en el Monte de la Tentación, también existen en nuestro entorno cercano, espacios de SILENCIO con Jesús. Abrirle nuestra interioridad y dejar que penetre en ella, el Ruah de su Espíritu. Es el descanso que el hombre y mujer necesitan, reposo y calma que nos libere, de luchas libradas y cansancios sostenidos, los que han ido dejando heridas en el corazón.
Tiempo de SILENCIO, de apagar los ruidos de la vida, volviendo nuestro espíritu al Amor de Dios, que está esperando nuestra fiel respuesta. Sabemos bien, qué situaciones de tentación, pueden llegar a “tirar” de nosotros, hacer difícil, la voluntad del Padre en nuestra vida. Nuestro “barro” está hecho, para ser moldeable, dar forma, de modo que se transforme, en una hermosa y útil realidad, para el servicio que fue creada.
¡Silencio, vamos juntos con Jesús! Nos espera para que aprendamos, cómo se resiste, a la “bífida lengua” que incuba el mal, incitándonos a desistir de nuestro camino.
6 marzo, 2019 at 3:01 pm
TENTADOS A DESISTIR DEL BIEN
Al comienzo del tiempo que dura la Cuaresma, nos adentramos por un escenario árido y a la vez inhóspito: el desierto de Judea. Cercana está la ciudad de Jericó y el monte de la Tentación. Un monasterio ortodoxo construído sobre la roca del monte, conserva el lugar donde Jesús fue tentado, por el Espíritu del mal.
Una vez situados-as, en el paisaje de los hechos, la pregunta que me hago y estimo imprescindible es: ¿Dónde está mi propio “desierto” interior, aquél por dónde debo esquivar mis tentaciones?. Seducciones que van “cosidas” a la propia vida, “tiran” de ella e impiden, soltar el lastre del pecado, para poder AMAR BIEN Y SER LIBRES.
Jesús, no debía ser excepción. Aunque estuviera exento de pecado y culpa, -él era el Justo, predilecto del Padre-, tuvo que hacer frente, como todo ser humano, a las tentaciones, aquéllas que el maligno le ofrecía: “si eres hijo de Dios, manda a estas piedras, que se conviertan en pan”.
Piedras que golpean la dignidad y convierten en ultraje el pan ganado, cada vez que un ser humano, es así, humillado y forzado a “ponerse de rodillas”, adorar el “becerro de oro” de los poderosos.
“Todo esto que ves te daré, si ante mí te postras y me adoras” Jesús, responde con firmeza y Sabiduría: está escrito: Al Señor tu Dios, adorarás, y tan sólo a él darás culto. El culto al Espíritu del Amor y la Misericordia del Padre, que hemos de hacer viable en la vida del otro.
“Tírate del alero del tejado, porque está escrito: “los ángeles del Señor, cuidarán de Tí”.Jesús respondió: “No tentarás al Señor, tu Dios”.
Tentar a Dios, es no respetar los límites de la Naturaleza humana y la Creación, siendo temerarios y no confiando en su Providencia. Es también la soberbia, que conduce a pensar que, el Amor de Dios, “sobra” en nuestra vida y en consecuencia, tampoco tenemos necesidad de los otros-as.
La fidelidad a la voluntad del Padre, mantuvo a Jesús en su integridad, fiel hasta el final, cumpliendo la Promesa de Salvación, de su proyecto de AMOR para toda la Humanidad.
La tentación es humana. Ante los reclamos del mundo, que tantas veces se cruzarán en el camino del ser humano, no es digno aceptar el soborno ni presión alguna. A pesar de la adversidad y las hostilidades, la vida no es “negociable”. Hemos de mantener firme, la confianza en Jesús, haciendo posible, el camino de la ascesis que lleva a la CONVERSIÓN.
Como en el Monte de la Tentación, también existen en nuestro entorno cercano, espacios de SILENCIO con Jesús. Abrirle nuestra interioridad y dejar que penetre en ella, el Ruah de su Espíritu. Es el descanso que el hombre y mujer necesitan, reposo y calma que nos libere, de luchas libradas y cansancios sostenidos, los que han ido dejando heridas en el corazón.
Tiempo de SILENCIO, de apagar los ruidos de la vida, volviendo nuestro espíritu al Amor de Dios, que está esperando nuestra fiel respuesta. Sabemos bien, qué situaciones de tentación, pueden llegar a “tirar” de nosotros, hacer difícil, la voluntad del Padre en nuestra vida. Nuestro “barro” está hecho, para ser moldeable, dar forma, de modo que se transforme, en una hermosa y útil realidad, para el servicio que fue creada.
¡Silencio, vamos juntos con Jesús! Nos espera para que aprendamos, cómo se resiste, a la “bífida lengua” que incuba el mal, incitándonos a desistir de nuestro camino.
¡NON SERVIAM!
Miren Josune.
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