Regla de Oro
Amamos de verdad a los otros si queremos su bien. Queremos el bien de los demás cuando nunca nos atreveríamos a hacerles daño. No heriremos a nadie si nos ama profundamente… A partir de ahí, todo es camino conocido, pero al revés: somos amados de verdad si se quiere nuestro bien; se quiere nuestro bien cuando no se pretende herirnos; nadie nos hará daño ¡si lo amamos profundamente!
Francisco José Ruiz Pérez, sj
6 mayo, 2019 at 12:18 pm
Nunca que recuerde, he estado más de acuerdo y en sintonía, que con este breve y sencillo comentario, no por ello menos profundo y transparente.
Dice así: amamos a los otros, si queremos su bién y viceversa, queremos su bien, si nunca nos atreveríamos a hacerles daño.
Creo que desear el bien, es el pensamiento más honesto que existe, pues nos conduce a ser compasivos y acercarnos a los otros, con un corazón lleno de humildad y Amor.
No menos digno y cristiano es, no querer hacer daño, sin caer, por ello, en esa resignación que puede paralizar, el legítimo derecho a defendernos del mal y no aceptar convertirnos en «chiivos expiatorios», cargando las culpas y pecados ajenos.
Amar «hasta que duela», a pesar de …. Cuesta y mucho, amar y perdonar, a quién te ha herido y hecho daño, sigue sin tener, un gesto de arrepentimiento, pese a no dar motivo y razón alguna.
Pensamos que Amar, es sentir y
experimentar, un mayor afecto sensible; no es verdad, sin duda aquí radica nuestro error, a la hora de perdonar y no guardar rencor, ni deseo de hacer daño.
Amar, buscar el bien del otro, es un deseo digno y honesto de la voluntad, que no tiene porque estar relacionado con nuestros sentimientos y empatías.
El mérito de amar, no está en la atracción sensible, la empatía con el otro, sino en amar como lo ama Dios. «Si sólo amaís a quien os ama, pues ¿qué merito teneís? Son palabras de Jesùs.
Quien recibe y entrega Amor, no tiene necesidad de herir y hacer daño, se siente en Paz, alegre, agradecido a Dios y a la vida..
El mal que causa sufrimiento, surge siempre de la carencia y la falta de Amor. No se concibe, en mentes que estén sanas y equilibradas, herir y hacer daño porque sí, a menos que se haya foxilizado el corazón en piedra.
¡Hay tantas piedras!
Si no habita y tiene sentido en mi vida, el Amor, no puedo dar lo que no tengo. Otra cosa muy distinta es, el daño que recibo, sin buscarlo ni provocarlo.
«Ama y haz lo que quieras», que seguirás haciendo el bien.
Miren Josune.
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