Mirar la profundidad
Ya no me dejo impresionar por los currículos y las apariencias de los demás. Prefiero mirarles a los ojos. Solo así siento que conecto mejor con ellos y con lo que, en el fondo, son. Los delata la luz de sus pupilas: esa luz única que llega desde lo hondo de sus almas, allí donde ya tampoco ni ellos mismos se dejan impresionar por sus propios currículos y apariencias.
Francisco José Ruiz Pérez, sj
10 junio, 2019 at 11:45 am
P. Francisco José: comparto totalmente su criterio, a la hora de valorar a las personas. Hay demasiada apariencia y disfraz, así, nunca sabemos en verdad quién es el otro. De ahi que, es necesario mirar más hondo, no quedarnos en la superficialidad, tantas veces frívola y vacía de sincera verdad.
La MIRADA. Si hay algo que me ha hecho sentirme reconocida, cuando alguién me ha mirado a los ojos, es escuchar: no tiene que darme informes y presentar credenciales, tampoco hablar de sus virtudes o bondades; me basta con mirarla y comprender que es una mujer honesta.
Me da cierto pudor decirlo.
Reconozco haberme sentido tan sumamente agradecida, que no he tenido otras palabras que decir: GRACIAS, espero no defraudar su confianza. Es aquí, donde me siento interpelada.
Saber mirar, dejar que otros nos miren como somos, mejorables en nuestra humana condición, me hace creer en el proverbio que nos dice: “de la abundancia del corazón habla la boca” ¡Y LA MIRADA LIMPIA, DE QUIEN NO NOS MIENTE NI ENGAÑA!
Jesús afirmó: no mancha a los hombres y mujeres, sino el mal que nace y brota del corazón.
Mirar sin “presupuesto”, interés y conveniencia, es tener actitud honesta y ver en el otro, un ser humano como yo, con la misma dignidad y derechos.
No siempre encontramos esa mirada transparente, tampoco esos corazones llenos de Amor y honestidad, que nos impulsan a creer en el bien y devuelven la Alegría y Esperanza. Hemos de aprender a mirar, a tener claro qué es lo que pretendemos del otro y buscamos en él. Siempre desde la cercanía y actitud, de quien contempla la realidad tal como es y sabe que con Amor, puede, debe intentar cambiarla.
Creo en la Sabiduría sencilla del corazón, convencida del tesoro que encierra.
Acaba de pronunciarse el Padre Provincial, en la Asamblea que se ha celebrado en Loiola: “para hacer provechosa y fecunda la Misión, no es suficiente nuestra voluntad y acciones, sobretodo necesitamos que nos impulse, la acción del Espíritu”.
Buena es la formación, el saber, el conocimiento de los medios y herramientas que tenemos al alcance. No basta. Es preciso cultivar los dones y carismas del Espíritu. Su Ruah de Amor y vida, será el impulso que haga luminosa y fecunda la Misión y tareas Apostólicas.
Se trata de ser, primero con nosotros mismos y luego con los demás, PERSONAS íntegras, honestas, de creíble HONDURA HUMANA.
Que la Luz del Espíritu, inunde de claridad, nuestras actitudes y obrar.
Miren Josune.
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