Deseos de bondad
A menudo me veo tan lejos de mis buenas intenciones, que les pregunto por qué no me dejan de una vez. Me responden amablemente que, mientras puedan hacerme sentir deseos de bondad, aunque no se cumplan, este mundo tiene aún una oportunidad para ser mejor. Y es entonces cuando me veo tan cerca de mis buenas intenciones…, que les ruego que se queden conmigo para siempre.
Francisco José Ruiz Pérez, sj
17 junio, 2019 at 2:27 pm
Alguíen ha dicho, que ese lugar llamado “infierno”, está lleno de “buenas intenciones”. Sin duda, no debemos pensar que es así, pues hay intenciones que son el preludio de una obra buena.
Cierto que, las buenas y malas intenciones, se gestan y nacen dentro de nuestro corazón. Ahí no es posible ignorar la mirada del AMOR, ni tampoco del Mal.
La intención termina siempre transparentando nuestro modo de proceder, son las actitudes y obras, quienes “deslizan el velo” de nuestras intenciones.
Nos cuesta creer y confiar en el otro, en su palabra, cuando nos percatamos de la “trampa” que esconde, al evidenciar su doble intención: pretender vendernos, “el caramelo de pega”, envuelto de apariencia.
Nadie que esté habitado por el Espíritu del Amor, puede hacer daño, su obrar será reflejo de su transparencia; no necesitará la complicidad en la sombra, ni la mentira encubierta.
La perversa intención, muestra una realidad muy distinta. No le interesa “dar la cara”, reconocer su pecado y error, se “engalana” cada día de apariencia.
Transparente es la bondad, la compasión cercana, la verdad insobornable, la honestidad en el obrar. Reflejan las verdaderas y honestas intenciones.
Puede que cause tristeza, abrir la mirada, darnos cuenta de las intenciones engañosas de los otros. No agrada la hipocresía, ni esos protocolos fingidos de “buenas intenciones”.
Nadie puede ofrecer lo que no tiene. Creo y estoy segura, que toda buena intención, debe ser deseo de un gesto de Amor.
Miren Josune.
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17 junio, 2019 at 11:57 pm
Las intenciones son, como el
preámbulo que va perfilando y determinando nuestro modo de actuar. Cada gesto realizado, lleva implícito la motivación e intención primera; hay un por qué y para qué, de los cuáles se deriva, el objetivo y la finalidad que pretendemos alcanzar. No siempre acompaña a la buena intención, el deseo de lograr un bien determinado. Generamos buenas y malas intenciones, incubadas en nuestro yo más íntimo, allí donde la conciencia tiene libre acceso, observando la vida y el devenir de todo ser humano, de la Creación entera.
Se dice que el “infierno” está lleno de “buenas intenciones”. Me parece una contradición, el hecho de ir a un lugar, tan tenebroso e inhóspito, llevando en el corazón “buenos deseos y abundantes propósitos”. Creo que en esa Vida dichosa que nos espera, habrá que “trabajar” y purificar ciertas intenciones.
Sabemos por experiencia, que nada es lo que parece, hasta no alcanzar, el grado de madurez espiritual, que permita y defina, nuestro modo de actuar y obrar, desde la concepción ética y moral, de nuestros valores.
Las buenas intenciones, permiten abrir nuestro corazón, mostrando transparencia y haciendo cuanto es voluntad de Dios, el buen obrar que traiga, frutos abundantes de AMOR.
Se dice que “del dicho al hecho, hay un trecho”. Es el camino de realización, de hacer el bien a quien sabemos nos necesita, de ser coherentes en el obrar, sin fraude alguno, ni parche añadido, que oculte la realidad.
Cuando albergamos intenciones de justa equidad, de buscar y querer el bien en reciprocidad, obrando con leal honestidad, la cosecha de los frutos, pequeños y grandes, llevará impresa el sello de la excelencia, en generosidad y bondad.
Otro día, hablaremos de las malas intenciones, esas que, ni hacen el bien, ni practican la Misericordia, ni dejan vivir en paz a los demás.
María Jesús.
Disculpar, equivoqué el texto, aunque sobre el mismo tema.
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