Obra de la Compañía de Jesús en España para propiciar el diálogo Fe-Cultura-Justicia.
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Contagiosa es la alegría, que nos transmiten los discípulos del Señor; vuelven contentos y satisfechos de la Misión, llenos de asombro, por la abundancia de frutos obtenidos.
Sin embargo, en la tarea del cotidiano vivir, no todo será “dulce miel sobre hojuelas”; deberán hacer frente al rechazo y las traiciones, la actitud de desconfianza, así como los miedos y recelos hacia sus personas. Serán las heridas y el daño que sufrirán con valentía, sin perder alegría y Esperanza, en nombre del Señor Jesús.
Jesús envía a los amigos, sabiendo las adversidades y peligros que han de afrontar, expectativas de escasa aceptación por parte de las gentes, carentes de seguridades, todo precario y por demás austero, para no caer en intrusión. Tan sólo han de llevar el tesoro de la Buena Noticia, en “pobres vasijas de barro”, que son la fragilidad de su vida. El logro de su servicio en la tarea encomendada, lo harán en el nombre del Señor, por puro AMOR.
Quienes siguen a Jesús, no han de pretender “hacer carrera” ni “vender” el Evangelio a buen precio, como si de mercancía se tratara. Es preciso no albergar otra pretensión, que la de mantenerse fieles a la Palabra y el compromiso asumido, poniendo por obra el Mandamiento del Amor, en esa coherente actitud, de gastar y entregar la vida, siguiendo el fiel testimonio de Jesús.
Hemos de preguntarnos sobre la vigencia de la Misión, la manera de anunciar el mensaje de Jesús, ante las realidades sufrientes. Vivimos inmersos en medio de la sociedad, donde multitud de seres humanos, reclaman un permanente cuidado y atención, sobre situaciones reales, de evidente carencia y necesidad. Hombres y mujeres cansados de la palabra oportuna, promesas a largo plazo; son las excusas de siempre, salir airosos de una situación, que nos resulta ajena al propio interés.on tiempos, donde casi todo se “trafica”, convierte al otro en “moneda” de trueque e interés especulativo, donde las carencias y fragilidades humanas, son realidades de “descarte”. En palabras del P. Francisco: forman parte de esa “economía que mata”, destruye la dignidad y arranca la vida.
Interesados en el propio bienestar, todo nos parece escaso, a la hora de satisfacer la propia necesidad y caprichos del momento, que dejan dejando a los pobres y desvalidos, sumidos en la indigna indiferencia.
Hoy la Misión, sigue teniendo como objetivo, anunciar la Buena Noticia, esa certeza que implica al hombre y la mujer, a dar testimonio creíble del AMOR de Jesús. Él ha de seguir a través del Espíritu, ocupando el centro y Misión de la Iglesia, la Comunidad y la propia vida.
Nos lo ha dicho: “sin mí no podéis hacer nada”.
Pareciera que es el otro, quien se erige en protagonista, mueve los hilos, que acaban dejando fuera, en el rechazo. No somos nosotros el centro, en el cuál, gire todo a nuestro favor, ser “servidos” en lugar de SERVIR.
Quien sigue a Jesús, no debe tener la mirada puesta, en su propio afán y logros, los triunfos cuya meta sea mi propio interés. La Iglesia, nos ha dicho el Papa Francisco, no es una ong, la que gestiona los servicios puntuales: Liturgia, las devociones y ritos. Es la Casa donde el hombre y la mujer, son llamados a compartir, la gozosa y alegre experiencia del AMOR de Jesús. Amor que nos haga salir del propio ego, mirar a los otros como hermanos-as, sin otro interés, que servirles en el testimonio creíble.
Es lamentable comprobar, escuchar la queja unánime, de que la Iglesia está perdiendo credibilidad, fuerza y ejemplo a seguir. Es esa imagen, la que distorsiona y desfigura, hace un gran agravio y flaco favor al Evangelio.
Jesús será siempre, esa presencia de Amor, que no debemos ignorar ni desplazar, convertido en héroe y personaje de la historia, de vez en cuando “desempolvado” de nuestra biblioteca. Hemos de recobrar esa certeza, de sentir entre nosotros, el Amor de Jesús. Y esa Verdad sólo puede hacerse realidad, cuando la vivimos y experimentamos en cada uno de nosotros y en Comunidad.
Hoy seguir a Jesús, implica estar inmersos en su proyecto, que no es otro que desarrollar un provechoso cambio de mentalidades, modos de actuar y relacionarnos, actitudes de honesta transparencia, viviendo el Mandamiento del Amor, de manera que hagamos posible y creíble la Evangelización.
¡A TRABAJAR AMIGOS, UNIDOS DE VERDAD EN TORNO A JESÚS!
3 julio, 2019 at 3:09 pm
LA MISIÓN COMPARTIDA
Contagiosa es la alegría, que nos transmiten los discípulos del Señor; vuelven contentos y satisfechos de la Misión, llenos de asombro, por la abundancia de frutos obtenidos.
Sin embargo, en la tarea del cotidiano vivir, no todo será “dulce miel sobre hojuelas”; deberán hacer frente al rechazo y las traiciones, la actitud de desconfianza, así como los miedos y recelos hacia sus personas. Serán las heridas y el daño que sufrirán con valentía, sin perder alegría y Esperanza, en nombre del Señor Jesús.
Jesús envía a los amigos, sabiendo las adversidades y peligros que han de afrontar, expectativas de escasa aceptación por parte de las gentes, carentes de seguridades, todo precario y por demás austero, para no caer en intrusión. Tan sólo han de llevar el tesoro de la Buena Noticia, en “pobres vasijas de barro”, que son la fragilidad de su vida. El logro de su servicio en la tarea encomendada, lo harán en el nombre del Señor, por puro AMOR.
Quienes siguen a Jesús, no han de pretender “hacer carrera” ni “vender” el Evangelio a buen precio, como si de mercancía se tratara. Es preciso no albergar otra pretensión, que la de mantenerse fieles a la Palabra y el compromiso asumido, poniendo por obra el Mandamiento del Amor, en esa coherente actitud, de gastar y entregar la vida, siguiendo el fiel testimonio de Jesús.
Hemos de preguntarnos sobre la vigencia de la Misión, la manera de anunciar el mensaje de Jesús, ante las realidades sufrientes. Vivimos inmersos en medio de la sociedad, donde multitud de seres humanos, reclaman un permanente cuidado y atención, sobre situaciones reales, de evidente carencia y necesidad. Hombres y mujeres cansados de la palabra oportuna, promesas a largo plazo; son las excusas de siempre, salir airosos de una situación, que nos resulta ajena al propio interés.on tiempos, donde casi todo se “trafica”, convierte al otro en “moneda” de trueque e interés especulativo, donde las carencias y fragilidades humanas, son realidades de “descarte”. En palabras del P. Francisco: forman parte de esa “economía que mata”, destruye la dignidad y arranca la vida.
Interesados en el propio bienestar, todo nos parece escaso, a la hora de satisfacer la propia necesidad y caprichos del momento, que dejan dejando a los pobres y desvalidos, sumidos en la indigna indiferencia.
Hoy la Misión, sigue teniendo como objetivo, anunciar la Buena Noticia, esa certeza que implica al hombre y la mujer, a dar testimonio creíble del AMOR de Jesús. Él ha de seguir a través del Espíritu, ocupando el centro y Misión de la Iglesia, la Comunidad y la propia vida.
Nos lo ha dicho: “sin mí no podéis hacer nada”.
Pareciera que es el otro, quien se erige en protagonista, mueve los hilos, que acaban dejando fuera, en el rechazo. No somos nosotros el centro, en el cuál, gire todo a nuestro favor, ser “servidos” en lugar de SERVIR.
Quien sigue a Jesús, no debe tener la mirada puesta, en su propio afán y logros, los triunfos cuya meta sea mi propio interés. La Iglesia, nos ha dicho el Papa Francisco, no es una ong, la que gestiona los servicios puntuales: Liturgia, las devociones y ritos. Es la Casa donde el hombre y la mujer, son llamados a compartir, la gozosa y alegre experiencia del AMOR de Jesús. Amor que nos haga salir del propio ego, mirar a los otros como hermanos-as, sin otro interés, que servirles en el testimonio creíble.
Es lamentable comprobar, escuchar la queja unánime, de que la Iglesia está perdiendo credibilidad, fuerza y ejemplo a seguir. Es esa imagen, la que distorsiona y desfigura, hace un gran agravio y flaco favor al Evangelio.
Jesús será siempre, esa presencia de Amor, que no debemos ignorar ni desplazar, convertido en héroe y personaje de la historia, de vez en cuando “desempolvado” de nuestra biblioteca. Hemos de recobrar esa certeza, de sentir entre nosotros, el Amor de Jesús. Y esa Verdad sólo puede hacerse realidad, cuando la vivimos y experimentamos en cada uno de nosotros y en Comunidad.
Hoy seguir a Jesús, implica estar inmersos en su proyecto, que no es otro que desarrollar un provechoso cambio de mentalidades, modos de actuar y relacionarnos, actitudes de honesta transparencia, viviendo el Mandamiento del Amor, de manera que hagamos posible y creíble la Evangelización.
¡A TRABAJAR AMIGOS, UNIDOS DE VERDAD EN TORNO A JESÚS!
Miren Josune
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